domingo, 7 de marzo de 2010

Paseos con mi padre

Salir de paseo con mi padre era algo muy especial. Los domingos, desde muy temprano nos preparábamos con mi hermana para pasarla a lo grande, el programa era: visita a un barco anclado en Puerto Nuevo, en los astilleros. Recorríamos las instalaciones, saludábamos a la tripulación, a los colegas de mi padre. Saboreábamos postres o helados en la cocina, bajábamos a la sala de máquinas. Luego nos mostraba los trabajos de carpintería que él hacía, en los camarotes, en el comedor, muebles, escaleras, etc. Pasábamos de un buque a otro. Me enorgullecía comprobar que mi padre tenía tantos amigos y era respetado por todos. Nos hacían algunos regalos, chocolate amargo, monedas de distintos países para nuestra colección, regresábamos al mediodía y mamá no se cansaba de escuchar el relato de nuestro paseo.

Algunos domingos eran distintos, a las diez estábamos en el Parque Lezama, escuchando los coros y las prédicas de un grupo religioso donde papá tenía amigos, del Ejército de Salvación. Después íbamos los tres al Museo Histórico. Mi padre era admirador del Gral. Urquiza, y se paraba extasiado frente a los cuadros con la figura del prócer entrerriano. A nosotras nos atraían los cañones de bronce instalados en el parque. Eran domingos de salidas serias, de estudio casi, no tan divertidas como las que hacíamos con mi madre, al Parque Japonés, al Zoológico o a la Costanera Sur, con las tías y los primos. Todo menos quedarnos encerrados en el departamento.

El lunes, en los recreos de la escuela, teníamos mucho para contarle a los otros chicos; ellos hablaban de la visita a la casa de los abuelos, algo que me hubiera gustado tanto, pero lo nuestro tenía mucho de aventura y hasta podía ser el tema de la composición diaria, con algún dibujo de un barco, que seguramente la señorita iba a corregir con rojo con un gran "Felicitado!" o "Muy Bien 10", como para mostrarle a los padrinos o a los amigos de mis padres. Enseñar los cuadernos era una parte muy importante de la atención a las visitas, los martes de la tía Benita, los miércoles de tía Juana, y podía significar algún premio.

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